Cada día, al sudar, orinar o simplemente por el ritmo natural del metabolismo, nuestro cuerpo pierde minerales esenciales como sodio, magnesio, potasio, calcio o zinc. Estos minerales no son solo un “extra” nutricional: son vitales para que nuestro cuerpo funcione correctamente.

Los minerales participan en cientos de procesos internos, entre ellos:

• Equilibrio de líquidos y pH: regulan el volumen y la composición de los líquidos corporales, algo esencial para la salud celular.
• Sistema nervioso y muscular: minerales como el magnesio, el calcio y el potasio permiten la transmisión de impulsos nerviosos y la contracción muscular. Su déficit puede causar calambres, fatiga, ansiedad o irritabilidad.
• Producción de energía y metabolismo: muchas reacciones metabólicas dependen de minerales como el hierro (para transportar oxígeno) o el zinc (clave en la función enzimática).
• Fortaleza ósea y dentaria: el calcio, el magnesio y el fósforo son esenciales para mantener huesos y dientes fuertes.
• Digestión y desintoxicación: minerales como el sodio y el cloruro facilitan la digestión, y otros como el azufre o el selenio apoyan al hígado en procesos de depuración.

Si solo bebemos agua sin minerales (como agua destilada, filtrada en exceso o de osmosis sin remineralizar), podemos diluir aún más nuestras reservas minerales, afectando funciones clave del organismo. Por eso es fundamental combinar una buena hidratación con un aporte natural de minerales, ya sea a través de la dieta, aguas mineralizadas o suplementos.

¿Cómo remineralizarse fácilmente?
Puedes hacerlo a través de una alimentación rica en vegetales, semillas, frutos secos, algas, agua de mar microfiltrada o complementos específicos.

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Recuerda: lo natural también es potente. Tu cuerpo necesita minerales para vivir… y para vivir bien.